Ya es demasiado tarde para él, permitirse aprender para que un simple papel le grite al mundo, en completo silencio, "YO SÉ".
Tan solo somos un conjunto de saberes sin título, nada.
Y él, tan solo se ha vuelto un objeto mecánico, de por sí rutinario, a sufrir las duras agonias del par de conjunto de hojalatas, alambres y un viejo cuarteto de gomas circulares a lo que alguna vez se le podian llamar carros.
¿Hasta cuando seguiremos con la incertidumbre de esperarlo llegar si tan solo le vemos marchar?
Es algo, ya no penoso, más bien doloroso.
Ahora miralo, sus gotas de sudor se mezclan con el aceite, mientras sus negras manos barnizadas pretenden encontrar algun solución, no tan embarrosa a su carrocería tortuosa.
Cada mañana entra por esa puerta ¿Le ves? vista penumbrosa y cabizbaja su cabeza no lleva, el hombre que te describo canta cada dia como un pájaro cantor, en sus ojos puedes ver la alegría de un ruiseñor, en sus manos callosas, ásperas y agrietadas por la mecánica, puedes ver el amanecer de cada madrugada, mientras que en su frente se vislumbra el mundo de un niño que piensa, de un hombre que sueña, de un padre que anhela, de un ser que, con suerte negra, espera.
Él es así, quizás ahora le vea con porte de filósofo y de mente matemática, marchitándose por dentro porque, en la calle, sus problemas le esperan, le llaman, le gritan, lo enredan, mientras que en la casa tío llora sin lágrimas en los ojos, tío sufre con su habitual sonrisa. Estas son cosas que no se ven, y aunque él maquille lo que siente, yo siento su pena a cada paso que valle y sus lagrimas ineditas caen en mis hojas blancas. Sus oraciones son esperanzas que el viento lleva y la brisa trae, que el son marchita y la luna hace descansar en paz.
Tío hoy está al lado mio, viejos zapatos sin medias, pantalón fino sin filo, y camisa manga corta. Y si le vieras sin camiseta, en su espalda, roja se encuentra la marca, su cruz no se le despega ni para dormir, ni siquiera le deja vivir.
La brisa de la tormenta Noel violentamente su techo de zinc acarició, mientras que la Olga, sin piedad le atacó, entrando, sin puerta tocar, su brazo de mar, inundando cada esquina de aquel parapeto que llama "hogar".
Él sigue viviendo, tal vez no con tranquilidad, tal vez no con alegría, pero la resignación lo acompaña con negra corona de espinas y con una tola verde, color de la esperanza, que tan solo vislumbra amargura.
Ria tío, diamantes sus lágrimas, perlas sus pesares pero enormes soles sus carcajadas. Ria tío y llene con su risa, de alegría la casa.
De mecánica queda sucia la hoja, señal de que mi tío estuvo aquí. Ahora le veo dormir, sentado en una silla de madera, recostado de una pared vieja, sus ojos estaban cerrados ¿Fingía dormir? Tío dormía, tío no estaba aquí: corona de tuercas coronaba su cabeza, y como petrificadas, sus manos sobre el volante estaban. Su pié izquierdo enclochaba, buscaba pasar los cambios en una palanca que no estaba, una pared se veía al fondo, un precipicio que le persigue. El vehiculo no tiene puertas, pero aun así le podía ver el seguro ¿Como sale?
- ¡Tío, Tío!
Mi voz le interrumpía.
- Ya está el desayuno.
-Ah, disculpame, estaba descansando la vista.
De grasa sucia su ropa,
la fé, baña su esperanza.
La fé baña su ropa,
la grasa ahoga su esperanza.
-¡Sobrina, desayuno!- Huevos revueltos, acompañados de un pan duro, aguacate, vinagre y sal.
-Sobrina ¿Y el jugo?
- Beba agua tío, que el jugo viene ahorita.
Tuerca en mano, destornillador en el bolsillo, un gato sostiene la carroza del rey, mientras tío se encuentra debajo del carro tratando de comprender por qué se bota el liquido de freno y el aceite también.
Llevo una hora y veintitrés minutos aquí viendo como su ser es víctima de tal rompecabezas y creo que aun mi tío no se da cuenta de que todo aquello es un callejón estrechamente largo que carece de salida.
A la mañana siguiente el sonido de una máquina en movimiento me despertó, no le di mente y volví a cerrar mis ojos y a acurrucar mi cuerpo en la tibieza de la cama, hasta que la cama se estremeció de tal manera que sus patas de madera cedieron al peso y se despatillaron, a mi lado yacía un torpedo, era tío quien acababa de hacer un clavado justo a mi lado.
- No tengo suerte.
- Evidentemente, le rompió las patas a la cama.
- Jajaja cuando tu madre se entere y me vea. Ayer arreglé el carro (aun tiene el enérgico cinismo de llamarle así) le reparé la pieza que tenía mal, invertí el dinero que conseguí en echarle gas y le compré una pieza que necesitaba, y no he llegado bien a la esquina cuando una goma se me pincha y se me funde la pieza que arreglé.... ¿Me escuchas?
Tenía mis ojos cerrados, solo me hacia la dormida, él solo se levantó y cerró la puerta tras su paso.
Es solo aveces cuando, teniendo las herramientas necesarias, no podemos salir del circulo. Pisando las mismas huellas una y otra vez.
Salir es solo un deseo, intentarlo es querer hacer realidad un sueño. Para mi tío es querer patinar en un desierto.
Sin la necesidad de escribir,
nuestros sueños de trascender a la eternidad
no fuera más que eso... un sueño.
Cinthia Chalas en un Plato de Avellanas.