Ya sé que es tarde, y también sé que no debo de pensarte,
pero la verdad es que necesito hablarte.
Cerré mis ojos y juré verte, y tus sombra se desvaneció
como las cenizas de un gran incendio.
De tu imperio, solo los escombros y de mis miedos, aun siento temores
que me atormentan por la noche.
Pero ahora abro los ojos y sin darme cuenta
noto que las sombras no se mueven que tus recuerdos son mis dolores.
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