Mis ecos los escuchó la eternidad
y me murmuró cosas que yo creía sin sentido
hasta que te ví llegar, mi superman.
Sin pensarlo te quitaste tu capa,
y con ella tapaste mi cuerpo desnudo.
Por fin alguien comprende
que para volar se necesita algo más
que un par de alas.
De ahí en adelante no importó nada más.
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