12 ago 2018

Mamá primeriza

En esta nueva etapa de ser madre son muchas las cosas que analizas, las que dejas atrás y otras tantas que aprenderás.

Esas niñadas de adolescentes quedan superadas pero surgen otras tonterías que afectan tu bienestar.

Me ha tocado una crianza difícil, tengo un carácter fuerte debido a eso, claro que me rio sin cesar, pero cuando quiero algo en especifico sé como lo quiero y todos los detalles que impliquen su obtención de mi parte.  Esta parte de mi no hace las cosas sencillas, muy al contrario, suelo tener un cruce de palabras con personas a mi alrededor que al igual que yo quieren lo mejor para mi primogénito hasta este momento.

Tener la bendición de ser madre, con todo lo que eso conlleva, no solo traerlo al mundo y olvidarse de que hay un pedacito de ti por ahí, si no tener su llanto cada noche, cada dia, ver sus pasos, escuchar por primera vez cuando te diga "ma-ma", preocuparte por la leche, la ropa limpia, y así con todo lo demás. Todo eso lo hice durante los primeros 3 meses de su vida, hasta que inevitablemente llegó el dia de volver a insertarme en la vida laboral, trabajo que venia desempeñando desde hace un año y algo, ¿Que era lo complicado del asunto? Que tenia que trasladarme desde mi casa a 189 kilómetros, por lo que tenia que irme un domingo para retornar ocasionalmente los viernes o los sábados.  Mi criatura se quedaba en brazos de la madre de mi pareja y así hasta casi cumplir los dos años.

Cada fin de semana al buscar al niño solemos compartir un rato y allí me entero de los avances que ha tenido el niño, las cosas nuevas que ha hecho, las que ha dicho, y para mi todo es una monería, a parte de que me causa gran dolor por que no estoy allí para presenciarlo. Una de las partes mas dolorosas con las que tuve que lidiar es cuando tomaba al niño entre mis manos y este lloraba por no irse, por lo que todos los demás me miraban y se reían, mientras que otros me decían que el niño no me quería. Dios cuanto me partía el alma aquellas palabras descabelladas y sus burlas que aunque para ellos eran solamente eso, para mi era una tortura.   Cuando ese día de partir llegaba y me tocaba dejar al niño... no paraba de llorar, desde que llegaba a casa de mi suegra hasta que llegaba a mi habitación en el trabajo.

Es entonces cuando decido volver a casa, dejar mi empleo perfecto para dedicarme a recobrar el cariño de mi pequeño y la estabilidad de pareja.  El trabajo es arduo, mi hijo no me reconoce como madre viendo a sus abuelos paternos con gran apego.  Después de 4 años ya lo que quedaba de la vida de pareja no era mas que un acuerdo entre dos personas que compartían la responsabilidad económica de una casa y dormían en la misma cama una o dos veces por semana.

Debía de empezar de cero con este pequeño monstruo que yo había creado, empezar por ganarme el amor de mi hijo y lidiar con una vida de pareja casi inexistente.

Ya es hora de sacar al niño de la cama y que aprenda a dormir en la cuna de su habitación, ya es hora de lidiar con las rabietas propias de su edad, no mimar de un modo exagerado dicha situación, entiendo bien que llorar es su medio para externar que algo no esta bien, pero "ya sabes hablar, y necesito que me digas con palabras lo que pasa.  Si lloras no te entiendo."  Pero llega un momento en que los gritos del niño colman la paciencia de cualquier inmortal por lo que es preciso alejarse de la situación o puedes desear un arrepentimiento después de haber cometido una tontería. "Ven, ve a la habitación a llorar, cuando termines ven". y luego ya mas calmado, me explica en su jerga rara lo que sea que le pasa.  Es mi método, y a mi me funciona. ahora bien, como cedí la crianza del menor por espacio de casi dos años, son muchas las personas que se sienten con el derecho de decirme lo que PUEDO O NO HACER con el niño.

En este punto de mi existencia comprendo a cabalidad la envergadura de mi error, comprendo que no tengo como pagar todo el bien que le han ocasionado a mi hijo y las bendiciones que aun a la fecha le profesan, mas sim embargo eso no quita que me sienta como un animal rabioso, celoso de que le toquen a alguna de su cría.

Hasta mis oídos habían llegado comentarios de nosotros, los padres primerizos, que arrancamos al niño de un hogar seguro a una casa que no era su casa de que "el niño se iba bien y venia mal".  Ante tal ofensa mi respuesta inmediata fue reír, por que así es como suelo responder ante personas a las que no se les puede dar mas de que hablar.  Pero mi rabia era tal que me dieron deseos de mudarme al otro lado del mundo para que solo pudieran saber de nosotros por postal, si es que ese servicio aun funciona.

Ahora me imputan el hecho de que me quiero tomar el niño para mi sola, que estoy interesada en que el niño olvide el amor que siente por esa familia al yo alejarlo y no se cuantas tonterías mas a las que tengo que responder con mi enorme sonrisa descarada.

Pido disculpas por este medio a todo familiar que se pudiera sentir ofendido con mis palabras, tal vez he malinterpretado sus acciones, tal vez las he exagerado pero solo les pido que se coloquen en mi posición.  No puedo cargar el niño de cierta manera por que alguien considera que esta mal, no lo puedo dejar descalzo por que alguien considera que esta mal, y no puedo hacer nada por que alguien piensa que esa familia lo puede hacer mejor... lo que me da a entender que el error no esta en como haga las cosas si no que yo lo haga.







Sin la necesidad de escribir, nuestros sueños de trascender a la eternidad no fuera mas que eso... un sueño. Cinthia Chalas en un Plato de Avellanas.

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