Esa tarde calurosa del domingo habían invitado a mis hijos al cumpleaños de una prima, y allí estábamos con ropa fresca pero pantalones ajustados: mi cuñada con su hijo y con dos sobrinos mas, mis hijos y yo. La sala de la modesta casa estaba acondicionada a la actividad, el comedor, ubicado al fondo, servía como mesa para el pastel, las fundidas de los dulces de los niños y para sostener los regalos de la festejada. Del juego de muebles, solo quedaba el mayor, posteado al lado izquierdo de la pared junto con varias sillas multicolores para los niños. La decoración estaba impecable, el tema era "Dora" un personaje hermoso para una niña que ese día cumplía sus 5 años. La cumpleañera vestía un poloshirt a diseño con Dora y su nombre y un espléndido tutú rosado y de calzado unas balerinas de tono mate, no había la menor duda de que la niña estaba coqueta. En lo que no compartí fue el gusto de la madre por consentir que la pequeña usara color en sus infantiles uñas y maquillaje, para mi gusto, salido de contexto, aunque a juego.
Al llegar, nosotras, como pensadoras adultas al fin, ubicamos nuestros asientos dentro de la sala, para compartir y disfrutar de la actividad también, por lo que nos sentamos y sentamos a los niños también, les decíamos: "tú vas aqui, y tú aqui" y los muy obedientes colocaban sus pequeños traseros en donde se les indicaba, al principio fue lo mas lógico que analicé pero luego.... ES UN NIÑO EN UN CUMPLEAÑOS.... ¿QUE HACE SENTADO? A medida que pasaba la tarde, mas niños se fueron acercando y las sillas cada vez eran menos, era lo mas lógico estar sentados, pero era un cumpleaños.
Después de un rato analizando nuestro al rededor , alguien solicitó la música en un todo energético, y desde la otra habitación, en la que su acceso mostraba una gran bocina, alguien respondió que el internet estaba lento. Hasta que por fin sonó el gran tema esperado, varias jóvenes, menores de 14 años tomaron el frente, quitándose el calzado y con aires de ser las grandes de la zona, se colocaron de espalda al publico y comenzaron a mover sus traseros de manera energética acorde a la música. Los allí presentes aplaudían y algunos que otros se sorprendían por ¨como esa niña lo movía". Todo aquello parecía normal, la que era anormal era yo.
Y así pasó una canción tras otra. Las mismas caras en el escenario, los mismos traseros repitiendo los mismos pasos y creyendo que eran grandes pasos para una coreografía para una presentación de alguna famosa artista
Me quedé esperando el momento de los niños bailar, ya que las canciones que ponían eran para personas adultas, y los bailes eran para personas de bares nocturnos. En medio de aquel bullicio sin sentido para un niño de casi 3 años que no había tomado su siesta, era obvio que mi hijo comenzara a cabecear por lo que pidió sentarse en mis piernas, le di a mi hija a mi cuñada pero ella también quería tomar su siesta (pegada a su teta), por lo que retomé a la niña y la senté en las piernas de mi hijo. Estábamos en fila, uno sobre las piernas del otro. Al vernos mi sobrina mayor, me pregunta que si no me pesan, a lo que le respondí que cuando ella creciera y tuviera sus hijos, nunca le pesarían sin importar la condición.
Anoche, como todas las noches últimamente, mi hijo alzó la voz desde su habitación cerca de las dos de la mañana, aclamando a su padre, como yo estaba despierta escribiendo mis anécdotas en mi pagina, fui a atender su llamado. Sus suplicas iban dirigidas a que lo llevara a nuestra cama, por lo que entre besos, abrazos y una dulce y calmada voz le dije que él estaba en su cama y que si quería yo me podía quedar con él hasta que se durmiera a lo que él accedió (me imagino) ya que se dio cuenta de que ya no quedaba otra opción, se sentó en mis piernas y se acurrucó en mi pecho, como por arte de magia comencé a mecerme, y mientras iba entrando en sueños yo lo seguía besando y arrullándolo de manera tal que me hizo pensar que:
"Aunque tú te desvivas papá, yo aun sigo aquí, y Dios mediante, no me iré, y ¿sabes por qué? Porque yo soy tu mamá y estaré aqui para todo cuanto creas necesitar".
En pensadera con el relajito se fue casi una hora en aquella posición, lo acosté sobre su almohada de Mickey Mouse y al hacerlo abrió sus ojos y con voz suplicante me reprochó que lo cargara, por lo que volví a sentarlo sobre mis piernas en la misma posición anterior, sentía el agotamiento en mis brazos pero sabía que podía soportar un poco mas, lo que me hizo recordar la conversación con mi sobrina mayor en la tarde de ese día: "los hijos no pesan".
RETOÑOS NEGROS son cada uno de los pequeños botones de virtud que nacen de cada caída, de cada agujero negro del que siempre suelo tropezar. Volar no es mas que estar consciente de que a cada segundo puedes caer. "Retoños Negros", mas que yo, es todo lo que soy, todo lo que siento, lo que callo por miedo a lo que eso me pueda conducir, QUIZÁS A SABER MAS DE MI.
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