
Me postré ante tu cama esa madrugada, junte mis manos y,
mirándote fijamente, le exclame al Señor lo agradecida que me siento por tenerte a mi lado,
por colmar mi vista con tanta belleza, por llenar mi alma de tus carcajadas,
que son mi alegría y llenarlas de calor con tus manos,
que son mi vida.
Una lágrima de mi se desprendía, marcaba un camino en mi mejilla, no lloraba mami, reía,
en tu nombre lo hacia.
En ese momento despertaste e incada me pillaste,
las huellas de mis lágrimas revoloteaban en mi cara,
la oscuridad de la habitación impidieron que las notases,
aun dormida, me preguntaste: "que te pasa?"
intente pararme y entre mis brazos estrecharte,
darte un beso infinito en la frente y simplemente marcharme,
pero no puede,
y ante aquel reconocimiento de impotencia
mis labios pronunciaron voz: "nada mami, nada"
fue entonces cuando volviste a dormirte y me quede mirándote fijamente
como si la oscuridad no fuese obstáculo para poderte observar.
Te deje mis lágrimas en tu sabana.
exalte mi amor por ti en aquella oración.
te quiero mami,
aunque te lo diga
en lo oscuro,
donde no haiga voz.
